miércoles, 18 de febrero de 2009

Viaje Camboya y Tailandia. Dia 1.

Después de 6 días de muchos Km. recorridos, pocas horas de sueño y de haber utilizado casi todos los medios de transporte a motor conocidos a través de Camboya y Tailandia he vuelto a Shanghai con unas cuantas experiencias que tardaré en olvidar y unas cuantas cosas y tareas tachadas en esa lista de “Que hacer durante tu vida”. Ya os avanzo que a pesar de que a mi personalmente el viaje me ha encantado, este tipo de viajes/países no son aptos para todas las personas y se requiere un espíritu un poco aventurero y una mentalidad/moralidad entre abierta y fría por las diferentes cosas y contrastes que puedes encontrar en estos dos países.

También os aviso que esta serie de post irá un poco cojo de fotos en algunas de las partes, ya que no salí con la cámara por la noche debido a una mezcla entre pereza por cargar con ella y precaución de guiri, para evitar que me la robasen.

Acabados ya los preámbulos empiezo con el viaje...Como no podía ser de otra manera, ya que por fin estaba de vacaciones, el lunes por la mañana me levanté con pocas horas de cama. El Domingo estuvo en Shanghai un equipo de TVE haciendo un reportaje sobre “españoles por el mundo” (igual salgo de fondo en plan jugando a los dardos, haciendo montón) y acabamos llevándolos un ratillo de marcha por algunos locales para que conociesen el ambiente nocturno de Shanghai... por lo que al final llegué al aeropuerto a las 11 de la mañana con cansancio acumulado para empezar el viaje.

Tras la escala en Hong Kong llegamos a Bangkok a eso de las 8 de la tarde. La primera sorpresa nada más salir del aeropuerto es la agradable temperatura veraniega del lugar. Dejar atrás durante unos cuantos días el gélido clima bajo cero de Shanghai, es más que de agradecer. La segunda sorpresa es que por si no lo sabías, Tailandia ha sido colonia inglesa, por lo que lo mas probable es que cuando vayas a montarte en el taxi acabes intentando hacerlo en el asiento del conductor y sorprendiéndote de tener el volante en el lado izquierdo del coche, tal y como nos ocurrió a nosotros, ya que éramos 3 y uno fue a sentarse delante.



Desde el aeropuerto y tras negociar el precio del taxi (unos 300 Baths más los peajes de la autopista, otros 100 Baths extra) y pasando por el monumento a la democracia.



Germán, Max y yo acabamos llegando a Kaoshan, la zona “mochilera/perro-flauta” de Bangkok, para encontrarnos con Eugenio, que ya se había venido un par de días antes, y alojarnos en un Guest House donde nos recibieron algunas cucarachas en la puerta (y lo de las cucarachas es literal). Pero por lo menos tenía ducha en la habitación y A/C.





Dejamos las maletas y nos fuimos a dar un paseo por la zona. En realidad son 4 calles y el barrio ha perdido un poco el aspecto real de zona “underground”. Ahora es una zona turística “más”. Mucha gente por la calle y la mayoría extranjeros, aunque aquí si que no te encontrarás a ninguna señora con sus joyas...

No tengo ninguna foto de la calle por la noche, pero esta que veis aquí es la calle por el día.



Por la noche están todos los bares abiertos, atestada de gente, mucho hippie trasnochado de más de 40 años y tatuado hasta las cejas, malabaristas con fuego y muchas tiendas tipo “feria/mercadillo” de pueblo que la verdad es que no eran nada baratas. En Shanghai se pueden conseguir mejores precios... El detalle máximo fue cuando intenté comprar unas chanclas “Havainas” falsas que eran más caras que las originales compradas en Brasil... Por lo que desistí del tema compras. Aprovechamos la temperatura y cenamos en una terraza algo de comida, que como no podía ser de otra manera... picaba que te morías!!!

Después de la cena, un paseito más por las calles, un par de San Migueles en la terraza



y a la cama a eso de la 1:30, 2 de la mañana, que el cansancio del viaje y la noche anterior casi sin dormir, ya se iba notando y al día siguiente habría que madrugar.

Al día siguiente, una duchita, una vista de la calle desde la terraza de nuestro hotel 5 estrellas y a la calle a desayunar.







Todos los ingleses y franceses que estuvieron de fiesta hasta que se hizo de día, cantando, gritando y despertando a unos sanos viajeros como nosotros, estaban en cama durmiendo la moña, por lo que la calle tenía un aspecto mucho más tranquilo y casi hasta acogedor. Algunos puestecillos de comida ambulante, calamares deshidratados, etc... Y eso si, mucho rollo hippie y tal, pero luego los veía a todos con sus MacBook desde las terrazas mientras se tomaban sus cafés mañaneros...



Después del desayuno decidimos movernos en Tuk-Tuk hasta el palacio real para visitarlo antes de que saliese nuestro avión con destino a Camboya. Os estaréis preguntando que qué es un Tuk-Tuk... Pues bueno... un Tuk-Tuk es esto.





Y por qué se llaman Tuk-Tuk... pues porque cada vez que que llegan a un semáforo en rojo, lo apagan y hacen tuktuktuktuk.... La verdad es que los coloridos de este medio de transporte es lo más parecido a un coche de choque de los de las ferias que he visto en mi vida. De hecho muchos de ellos llevan las luces como las de atracciones de feria tipo Saltamontes, etc... Por no hablar de sus llantas de aleación tuneadas, o sus tubarros gordos tuneros totales... Los Tuk-Tuk son un medio de transporte más barato que los taxis e ideales para distancias relativamente cortas. Debes negociar el precio antes de montarte y salvo que la distancia sea muy grande, no deberías pagar mas de 50-60 Baht (unos 1.5-2 USD) por trayecto.

A la entrada del Palacio Real habrá gente intentado venderte pantalones largos, ya que el palacio está lleno de templos budistas y está prohibido ir con pantalones cortos y las mujeres incluso con mangas de asas... Pero no es necesario comprar nada en la calle. En la misma entrada del palacio te prestarán ropa para que puedas visitar el palacio sin pagar más que la entrada.



Aquí aun se notaban los efectos de la última revuelta en Tailandia de hace un mes y poco. En la entrada del Palacio nos “esperaba” una pequeña guarnición de soldados armados hasta los dientes, listos para entrar en acción si así fuese necesario.



Una vez dentro del Palacio, ya no queda más que pasear, ver y disfrutar de la particular arquitectura del antiguo reino de Siam.













Dentro de esta campana se encuentran las primeras enseñanzas budistas escritas en una hoja de palma (que no pudimos ver). Impresiona mucho la altura de todas las construcciones así como los dorados, que abundan por todas partes.





Tb hay que visitar el templo del Buda de jade. De esto no se pueden sacar fotos del interior y además hay que entrar descalzo, ya que es un templo religioso, en el que mucha gente va a orar y dar ofrendas a Buda, principalmente flores e incienso. Este buda tiene una historia simpática. Resulta que cuando lo encontraron, no era de Jade, sino de barro... En uno de los transportes que hicieron, le dieron un golpe y se le rompió la nariz, dejando al descubierto el verdadero valor de la estatua. Ahora este Buda tiene 4 ropas para cada estación y el cambio de ropa es presidido por el Rey de Tailandia.



Además el Palacio tiene una maqueta a escala del Templo de Angkor Wat, que visitaría personalmente en Camboya durante los próximo días del viaje... Y del que tengo unas cuantas fotos, que os colgaré en futuros episodios.



Aquí podéis ver unas cuantas fotos más de gente rezando y poniendo incienso en varias zonas del palacio, así como algunos de los edificios y esculturas que adornan todo el palacio.









Una vez terminada la visita, de vuelta al Guest House, para hacer el Check Out e irnos al aeropuerto de nuevo para coger el avión que nos dejaría en Pnom Phenm, la capital de Camboya. Aún tuvimos tiempo de tomarnos una cervecita más y encontrar este fantástico licor marca “El Toro”, que aunque no lo pudiese parecer no estaba destilado ni en España ni en México... sino en Bélgica!!!!



Un último vistazo a la calle, donde nos despedían estos simpáticos carteles, deseándonos que disfrutásemos con precaución.



O pidiéndonos que nos pusiésemos en contacto con los "hombres de marrón" si teníamos algún problema en la ciudad...



Que por cierto... aquí los policías llevan todos unas camisas de estas ceñidas, que son una gracia mirarlos. Porque cuando son jóvenes y están delgaditos, pues no hay problema, pero a la que crían un poco de panza... los ves ahí todos "petados" dentro de la camisa y marcando barriga que no veas, porque con esas camisas es imposible disimular nada.