El 28 de Mayo se han cumplido 3 años desde que puse mis pies en China por primera vez en mi vida.
Mucho ha llovido desde esa y muchas cosas me han ocurrido y he experimentado durante todo este tiempo, y este blog es testigo y buena prueba de ello. Pero después de todo este tiempo y cuando ya empiezas a pensar que ya has visto de todo, que ya conoces bastante a los chinos y su forma de ser/actuar y que ya nada te sorprende vuelves a verte en una de esas situaciones en las que no te crees que algo así pueda estar pasando. Una de esas situaciones me ocurrió el mes pasado y es la que paso a relataros a continuación.
Como muchos sabéis, soy un gran aficionado a eso de darle patadas al balón y desde que me mude a China he aprovechado las oportunidades que he tenido para practicar el deporte y de paso hacer amistades.
Primero, nada más llegar a Shanghai con un equipo amateur de chinos que jugaban todos los miércoles en un campo de fútbol perdido de la mano de Dios, para pasados unos meses "fichar" por Los Farys, el equipo de Fútbol 7 de Casa de España en Shanghai y con el que durante casi dos años participásemos en una liga amateur internacional de Shanghai defendiendo los colores de nuestro país con diversa fortuna durante los 4 campeonatos diputados con ellos.
Y Harbin, mi participaciones futboleras se han visto reducidas, ya que al no disponer de una comunidad internacional tan amplia como en Shanghai es difícil saber dónde y cuando se puede jugar al fútbol y mucho más el encontrar alguna liga regular en la que poder participar, aunque sea con un equipo de jugadores locales. De todos modos durante el último año he tenido la posibilidad de echar unas cuantas pachangas con compañeros de trabajo y hasta hemos organizado un par de partidos semioficiales entre nosotros y otras empresas/proveedores con los que trabajamos actualmente.
Aquí la diferencia de calidad fue más que obvia, ya que la mayoría de los que nos apuntamos por nuestra parte, de alguna forma u otra hemos estado algunos años dando patadas al balón y a algún que otro contrario.
De todos modos, a pesar de todo este tiempo jugando al fútbol en China, jamás me había ocurrido algo como lo que me ocurrió el mes pasado al ir a jugar una pachanga de las que estamos organizando últimamente ahora que el tiempo lo permite.
Al poco de empezar a jugar el partido y tras un desmarque por la banda me dispuse a centrar para intentar que alguno de mis compañeros rematase a portería. La fortuna hizo que uno de los defensores que intentaba cortar el pase a escaso metro desde donde yo estaba chutando, recibiese un señor balonazo en sus partes viriles, quedándose en posición fetal, tirado en el suelo mientras se retorcía del dolor.
Paramos el juego y a pesar de haber sido un lance fortuito, le pregunto si está bien, me responden que si, que no pasa nada. Se retira del partido y no le damos más importancia a la jugada. Seguimos jugando durante hora y media más hasta que ya es hora de dejar el campo y nuestras treintañeras piernas ya están que no dan más de si.
La cuestión es que mientras nos cambiábamos en la banda del campo vemos como los del equipo de chinos se empiezan a arremolinar y un grupillo de 5 o 6 se acercan a nosotros mientras nos intentan decir algo en chino.
No les prestamos mucha atención, pero empiezan a señalar a alguien del grupo mientras hablan con él e intentan comunicarse conmigo. En esto que empiezo a prestarles algo de atención y veo que señalan a un hombrecillo que estaba acuclillado, con lo que aquí ya empiezo a ver por dónde venían los tiros, por lo que sigo haciendo como que no entiendo nada.
De todos modos siguen insistiendo y el cabecilla del grupo se da media vuelta, camina hacia el chaval en cuclillas, coge un papel en la mano y se acerca hasta donde estaba yo para enseñármelo. Os podréis imaginar mi cara de poker cuando me encuentro que en el papel aparece una imagen tal que así;
Efectivamente, el señor al que le di un balonazo, en lo que estuvimos jugando el partido, le dio tiempo a ir al hospital, a hacerse una ecografía de un huevo y a volver a donde estábamos jugando para reclamarme.
Mientras me enseñaban el papel, el cabecilla se volvía para el que estaba de cuclillas (si, una hora y media después de haber recibido el balonazo, de haber ido al médico y de haber vuelto al campo, el tío seguía de cuclillas) diciéndole que hablase conmigo y me pidiese dinero.
Ahí mi indignación empezaba a crecer y a pesar de haber entendido que lo que estaba reclamando eran los 80 RMB (sobre 8,5 €) de la ecografía, me seguí haciendo el loco ya que me parece fuera de toda lógica tener que pagarle a nadie por haberle dado un balonazo en medio de una situación de juego normal y sin intención. Y más aún teniendo en cuenta todo el teatro del tío tirado por el suelo más de una hora y media después del incidente.
Es como si por ir a jugar al fútbol, me caigo al suelo, me rompo un brazo y fuese a reclamarle al equipo contrario que me pagasen la escayola. Si vas a jugar al fútbol, sabes a lo que te arriesgas y si no quieres que te den patadas o balonazos, pues mejor te quedas en casa jugando al FIFA o al PRO, que lo peor que te podrá pasar es que te suba un poco la tensión porque la máquina o tu oponente te haga trucos.
Así que a pesar de todo el circo que estaban montando, decidí marcharme del campo todo digno haciendo como si no me hubiese enterado de nada de lo que pasaba a mi alrededor.
Este fin de semana volveremos a ir a jugar otra pachanga al mismo campo donde los hechos ocurrieron, así que a ver si no me encuentro con una pandilla de chinos con palos y piedras esperándome para vengarse de su compadre.